El rostro de alegría se reflejaba en Caterine Ibargüen después de cada salto ayer en París. Se veía tranquila, se sentía segura, sabía que su posibilidad de seguir reinando era posible.
En la octava parada de la Liga de Diamante, la cuarta de salto triple femenino en la temporada, la atleta colombiana ratificó su superioridad en esta modalidad, al triunfar, en su cuarto intento con un brinco de 14,87 metros de distancia.
Bien decía en la previa de este evento la entrenadora cubana Regla Sandrino, quien jugó un papel fundamental en la formación de la deportista, que Caterine saldría a competir sin reservarse nada, ya que su “excelente preparación, estado físico y mental le permitían seguir consiguiendo logros y no a dejarse quitar el reinado”.
La expectativa de saber si la colombiana podía lograr su triunfo 26 consecutivo se generaba porque en los próximos días tendrá dos desafíos importantes: los Juegos Panamericanos en Toronto, Canadá, este mes, y el Mundial de atletismo en Pekín, en agosto.
Pero la paisa de 31 años volvió a hacer la diferencia, y en cada salto que dio se evidenció no solo su deseo triunfal, sino también la ambición que posee para batir el récord mundial de esta prueba que está en poder de la ucraniana Inessa Kravets con 15,50 desde 1995.
Caterine, que no sabe lo que es la derrota desde los Juegos Olímpicos de Londres-2012, se impuso ante la rusa Ekaterina Koneva, quien en sus seis salidas tuvo como mejor registro 14,72, y frente a la israelí Hanna Knyazyeva, que terminó tercera, con 14,56.
Caterine hizo los siguientes registros: 14,65, 14,86, 14,71, 14,87, y 14,85 en la última salida, luego del fallo que tuvo en su quinto brinco.
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