Bogotá, 23 de Abril _RAM_ Luego de que el Tribunal Superior de Bogotá ordenara al presidente Juan Manuel Santos restituir a Gustavo Petro como alcalde de la capital, el jefe de Estado se pronunció este miércoles y señaló que firmó el decreto correspondiente para que se restituya en el cargo.
“Las leyes de los jueces me ordenan restituir al alcalde Petro y he firmado el decreto correspondiente para que se restituya. Esta decisión es el cumplimiento de la ley. No tengo alternativa, es mi obligación, algunos les puede gustar a otros no”, indicó Santos desde el Palacio
de Nariño.
"En este caso, las leyes me ordenan restituir al alcalde Petro y he firmado el decreto para que se restituya en su cargo al alcalde Gustavo Petro. Esta decisión es simplemente en cumplimiento de la ley, no tengo alternativa. Algunos les puede gustar y a otros no, pero mi obligación es acatar la ley y lo que los jueces dispongan", dijo el presidente Santos desde la Casa de Nariño.
La Alcaldía de Bogotá encabezada por Gustavo Petro representa el primer intento serio de revertir el modelo neoliberal en los servicios públicos en una ciudad de Colombia. He allí el principal peligro para la oligarquía y el imperio. Además, Petro es el mejor prospecto que tiene el pueblo colombiano para acceder a la primera magistratura en un futuro cercano. El procurador, las contralorías, el “defensor del pueblo”, el fiscal, el personero, todos estaban al acecho para caerle ante el menor descuido. ¡Y le cayeron!
Muchas personas –si no la mayoría– pensaban que el Procurador Ordoñez no iba a destituir a Petro. Menos, que lo fuera a inhabilitar por 15 años. Incluso el mismo Petro, quien interpreta esa decisión del Ministerio Público como un saboteo al proceso de paz y se hacía ilusiones que el presidente Santos fuera a intervenir para evitar esa sanción disciplinaria, se equivocó completamente. No calculó la trascendencia de su accionar.
Petro creía en la buena fe de los llamados "sectores democráticos" de la oligarquía, con los que el M-19 pactó el acuerdo que le dio vida a la Constitución de 1991. Los herederos de ese proyecto político siguen creyendo en esa "buena fe" y siguen amarrados a su institucionalidad. Lo demuestra la actitud leguleya de Antonio Navarro quien calificó el fallo del Procurador sólo como “exagerado”. 22 años después la oligarquía muestra que no perdona y que no iba a dejar avanzar a Petro hacia la Presidencia de la República.
Olvidan que la oligarquía colombiana ha mostrado a lo largo de la historia su talante reaccionario y retrógrado. Esas clases dominantes no iban a permitir que Petro pudiera salir bien librado de una administración como la de Bogotá, mostrando la ruta de la defensa de lo público y la posibilidad de desmontar los monopolios privados de los servicios públicos. Sabían que iba a quedar bien posicionado en la recta hacia la presidencia de 2018.
Esa es la gran lección: esta oligarquía es vengativa, retrechera, traicionera, previsiva, no da puntada sin dedal, es difícil de derrotar, usa “todas las formas de lucha”, se divide para aparentar que a su interior existen “sectores democráticos” para finalmente dar la puñalada “trapera” (por la espalda). Desechar ilusiones democrateras y diseñar una estrategia integral, es la lección aprendida para poder superar esa supremacía anti-popular.
En ese sentido la actuación del Procurador Ordoñez no es aislada. No es exclusivamente una jugada contra el proceso de paz. No es sólo un complot para poner la alcaldía capitalina a disposición del uribismo. No es solamente una forma de sacar de la carrera presidencial al mejor prospecto que tiene la izquierda. Es todo eso y mucho más. Es un mensaje de que la oligarquía no está dispuesta a compartir el gobierno con fuerzas “progresistas” como ya lo hace la burguesía en varios países de Suramérica. Aquí no comparten nada.
Sin embargo este hecho es a la vez –paradójicamente–, una demostración de que la acción política que impulsaba Petro, está bien encaminada. El hecho de que traten de “asesinar políticamente” a este líder de la izquierda significa –como ocurrió con el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán–, que la orientación general es correcta pero que hay que afinar los detalles con mucho mayor tino y cuidado.
Es decir, como lo ha planteado el alcalde Petro en su discurso, hay que persistir con el proceso de paz. Hay que insertarse en la institucionalidad para desde allí desmontar el intrincado aparato neoliberal que la burguesía ha montado en la administración pública. Hay que luchar por mantener el control del gobierno de la capital de la República por parte de fuerzas progresistas, defensoras de lo público y anti-neoliberales.
Pero, paralelamente se debe construir desde las bases un gran movimiento popular que vaya consolidando formas de poder alternas y paralelas al poder institucional. En Bogotá ese proceso recién se está asumiendo. Tantos años de represión, guerra, desplazamiento, crecimiento caótico, planificación neoliberal, han destruido importantes lazos sociales que el pueblo bogotano tenía y que deben ser reconstruidos.
Por ello, el movimiento social por apropiarse de la basura como una fuente de capital social y empleo; la defensa de las galerías y mercados populares; los movimientos ambientales en defensa del agua, los humedales y un desarrollo sostenible de la ciudad; la lucha por transformar los servicios de educación y la salud; los espacios y desarrollos culturales; la organización a nuevos niveles de los trabajadores precariados; los proyectos económicos comunitarios; todo ello y muchas más iniciativas, debe ser fortalecidas –luchando contra las tendencias burocráticas–, para crear un potente movimiento popular que sea el sustento “desde abajo” de los procesos institucionales de transformación de la vida social. Sabemos que mientras no se derrote el sistema capitalista, lo que esté soportado en la institucionalidad burguesa, va a ser fácilmente desmontado sino está sostenido por fuerzas sociales organizadas y conscientes.
Es indudable que hay que dar la lucha en lo inmediato para mantener la administración de Bogotá, tanto por la vía de la movilización como en el terreno jurídico y político. Sin embargo, la izquierda tiene que replantear su estrategia. No se puede confiar en ninguna de las fracciones de la oligarquía (burguesía “nacional”, burocrática, comercial, etc.), así asuman formas “progresistas”, socialdemócratas y hasta “patrióticas”. Las muestras espontáneas de solidaridad con el gobierno de Petro por parte de amplios sectores sociales revelan las grandes potencialidades que existen en el seno de nuestro pueblo y que todo está por conquistar. ¡Que sí se puede!
Si en lo inmediato no se puede garantizar la permanencia de Petro en la alcaldía, hay que cerrar filas para darle continuidad a su programa de gobierno y derrotar el bloque oligárquico que se va a formar para acabar con la “Bogotá Humana”. Pero además, Petro puede contribuir mucho con la construcción y fundamentación de un amplio movimiento popular (social y político), con la formación de cuadros revolucionarios que recojan y sistematicen su experiencia.
Necesitamos centros de pensamiento estratégico que ayuden a las expresiones organizativas del pueblo a derrotar a la oligarquía. Sabemos que si no nos matan físicamente lo tratarán de hacer política o moralmente. Por ello, al llegar a una alcaldía o gobernación, para abordar la tarea de desprivatizar un servicio público o afectar un monopolio oligárquico, debemos preocuparnos por construir un fuerte y poderoso movimiento social que sea el sustento y soporte de ese cambio. De lo contrario, nos lo cobran con sanciones y destituciones.
Igualmente, debemos entender que no se trata de llegar sólo a “gestionar” el aparato administrativo de la burguesía. Hay que penetrar en esa institucionalidad sólo con el fin de socavarla, de dinamitarla por dentro. Sólo así podremos ir construyendo una nueva institucionalidad anti-capitalista, de-colonial, basada en el auto-gobierno y dirigida a desarrollar una cuajada y poderosa democracia directa y participativa.
De lo contrario no podremos derrotar plenamente a esta oligarquía criminal que nos oprime y domina. Debemos combinar la lucha institucional y electoral, la movilización social y la construcción de poder popular de nuevo tipo (auto-gobierno). Son tres elementos indispensables para avanzar no sólo por caminos de paz, democracia y justicia social sino para construir las bases materiales, sociales, políticas y culturales de una nueva sociedad.
Petro puede ayudar en esa dirección. Si se concreta su inhabilidad político-administrativa de 15 años, ello no le impide desarrollar nuevas capacidades intelectuales y organizativas para servir al pueblo desde el terreno de la estrategia, la verdadera dirección política y la formación de dirigentes. Nuevas tareas surgen de la dinámica social y política.
Nota: Existen importantes antecedentes en la normatividad internacional para prever que se puede derrotar jurídicamente este atentado político del Procurador. Si Petro logra salir bien librado de esta batalla, estaría ad portas de la Presidencia para 2018. Entonces, la principal tarea sería preservar y cuidar de su existencia.
Comentario escrito desde Popayán por Fernando Dorado en la Agencia Latinoamericana de la Información
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