El crucigrama de doble página dejará de circular, el Juan sin Miedo de Ana Sofía Sierra quedará en el recuerdo. Las monas ya no volverán a aparecer. Mundo loco quedó como la magia de Ricardo Rendón. Los titulares mágicos de Édgar Sierra ya se volverán a ver. Las historias de Alberto Uribe serán cosas de la historia.
El Espacio, el tradicional diario popular con 48 años de trayectoria, quedará fuera de circulación este sábado. Su estilo directo, su impresión llamativa y la exposición descarnada de las muertes y casos judiciales, quedarán en la memoria de los lectores y periodistas que hicieron parte de uno de los diarios de mayor circulación del país.
El viernes 22 se imprimió la última edición después de sobrevivir a un sinnúmero de dificultades financieras a raíz del cambio en la industria de medios a nivel nacional que le ha abierto espacio a los rotativos gratuitos y a otros populares regionales que conquistaron el mercado del que alguna vez el diario de los Ardila fue amo y señor.
La familia Ardila ha insistido en que las razones del cierre nada tienen que ver con el negocio y que se da más por las razones familiares, pero coincide con una coyuntura mundial en la los impresos pierden lugar y la inversión publicitaria en los medios tradicionales declina.
El cierre significó la salida de una veintena de integrantes de una redacción que alguna vez tuvo en su nómina a periodistas de la talla de Yamid Amat y columnistas como Carlos Lemos Simmonds.
En los años 80 El Espacio reinó en la franja de los medios populares y agotaba ediciones con la famosa ‘mona’ de Juan sin miedo, y uno de los productos de mercadeos de los periódicos en Colombia, tal vez de los más exitosos: el Espaciograma, un crucigrama a doble página central de preguntas simples de resolver que se rapaban senadores, mecánicos y obreros de la construcción.
Aunque en sus inicios fue un diario político e independiente, como rezaba su lema editorial, con el paso del
tiempo la transformación fue evidente: poco a poco se fueron incorporando titulares más amplios e historias más macabras, que eran apartadas o reseñadas apenas de manera muy breve por diarios de mayor magnitud: El Tiempo, El Siglo o El Espectador. Las páginas de hechos políticos fueron relegadas mes a mes y se dedicaba cada vez más espacio a la farándula y sucesos del común.
La tradicional sede de la calle 26 de Bogotá dio paso hace apenas un par de años a un proyecto inmobiliario de grandes dimensiones y ubicó su redacción en uno de los polígonos industriales cercanos a Bogotá.
Desde su traslado de sede, los periodistas vivieron entre los rumores internos y de sus colegas del eventual cierre del matutino. Sin embargo, fue hasta septiembre pasado cuando los temores dieron paso a la certeza pues desde la gerencia llamaron a 14 de los colaboradores a informarles que sus contratos habían terminado y a agradecerles por los servicios prestados.
Para los coleccionistas y leer el adiós del diario, será la novedad y mañana será difícil conseguir un ejemplar. Muchos temas para hablar sobre el diario de don Pablo Ardila.
Primer número |
El estado de sitio había sido instaurado por el propio Valencia un mes antes, para hacerle frente a las fuertes protestas estudiantiles que sucedieron en Medellín como respuesta a la invasión norteamericana en República Dominicana. Una vez instaurado el decreto 1288 que certificaba el estado de excepción, Valencia pudo decretar una serie de medidas que buscaban combatir la crisis económica vivida por el país.
El Espacio parecía dispuesto a defender dos de los pilares de la democracia: la igualdad y el libre acceso a la información, en una edición que le permitía informar a primera hora de la tarde sobre noticias de última hora que ocurrían en la mañana. Así, pudo informar a la una de la tarde en esa primera edición que el congreso no apoyaba la propuesta del gobierno de ampliar el periodo constitucional de las corporaciones públicas. ¿En qué momento, pues, comenzó El Espacio a ocuparse de noticias que llevaron al público a decir de él que había que leerlo rápido, antes de que se coagulara?
El editorial de aquella primera edición continuaba: “(El Espacio) cree haber nacido de una necesidad y espera satisfacerla. Aspira a disipar un poco el desorden y la confusión actuales, porque mostrará un criterio firme sobre las cosas que piensa, sin ocultar por ello lo que piensan los demás, siempre que esas opiniones sean respetuosas y respetables”. Fiel a esa declaración, continuó ocupándose en primera página de las noticias políticas durante 1965: el tire y afloje entre Valencia y el congreso, alguna ocasional noticia deportiva, un ministro en la portada y eventos noticiosos internacionales.
Hacia octubre comenzaron a aparecer modelos en traje de baño en las últimas páginas y el jueves 23 de diciembre aparece en primera el titular: “Se me fue la luz, dice ganador”, sobre un hombre que ganó cinco millones en la lotería. Para ese momento ya figuraban algunos crímenes en la última página del vespertino. Cuatro días más tarde: “Otro pobre, rico. Zapatero ganó dos millones” y el viernes 31 de diciembre, en la última página, la primera fotografía, en primer plano y sin censura, de un muerto bajo los puentes de la 26: “Macabro crimen bajo los puentes de la 26. A golpes asesinado”.
La historia de la prensa sensacionalista en Colombia se remonta a finales del siglo XIX. “La crónica de sucesos –también llamada roja, judicial o de policía-, nació con el periodismo informativo a finales del siglo XIX”, explica Maryluz Vallejo en su libro A plomo herido (2006), “porque los hechos de sangre y la tragedia pasaron a ocupar un lugar destacado junto a la política y la literatura”. Inspirados por la prensa sensacionalista de Joseph Pulitzer (New York World) y W. Randolph Hearst (New York Journal) en Estados Unidos, algunos editores de diarios en Bogotá adoptaron la fórmula sensacional de “lo he visto con mis propios ojos”.
Crónica de sucesos, prensa amarilla o amarillista, crónica roja, judicial, crónica de policía, los casos de baranda, el escándalo, la crudeza y la sangre expuesta en letras de molde, han sido siempre elementos que permiten que un periódico o una revista vendan muchos ejemplares a bajo costo. El lunes 3 de enero de 1966, los editores de El Espacio desplazaron a la primera plana una noticia que unos días antes habría estado en las últimas páginas: “Voraces ratas diezman la población infantil”, y con ello cambiaron para siempre el rumbo del periódico.
En mayo de 1964 El Espectador había fundado un diario de información policial dirigido por José Salgar llamado El Vespertino, al que rápidamente le saldría al paso El Espacio. Hacia 1968, este último ya había dejado de ser un diario local para tener circulación en todo el país y se había impuesto como el primer periódico colombiano en publicar fotografías a todo color.
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