domingo, 3 de junio de 2012

Las últimas horas de Rosa Elvira Cely, la mujer que conmovió a todo Colombia

A los 35 años, Rosa Elvira Cely tenía dos grandes motivos para vivir: su hija de 12 años y la terminación de sus estudios de bachillerato. El miércoles 23 de mayo, la mujer salió de una casa en el barrio Galerías con el ánimo de pasar por su hija, quien vivía con María, su abuela materna.

Al frente de un colegio en Teusaquillo, madre e hija se despidieron de beso en la mejilla. Rosa miró su reloj y se percató de que llegaría tarde al puesto de dulces y minutos a celular que administraba en la carrera 3a. con calle 49, en el oriente de Bogotá.

A principios de año, Rosa había ingresado al Colegio Técnico Manuela Beltrán, en la avenida Caracas con 57, para cursar décimo grado. Allí, conoció a Giovanny Serrano, de 18 años y uno de sus mejores amigos. "Yo le conseguí el trabajo en el carro de dulces. Es que el dueño es conocido mío", explica Serrano, para referirse a Guillermo Aguilar, quien en marzo pasado contrató a Rosa para que le administrara el negocio por 25.000 pesos diarios.



A los 35 años, Rosa Elvira Cely tenía dos grandes motivos para vivir: su hija de 12 años y la terminación de sus estudios de bachillerato.
El miércoles 23 de mayo, la mujer salió de una casa en el barrio Galerías con el ánimo de pasar por su hija, quien vivía con María, su abuela materna.

Al frente de un colegio en Teusaquillo, madre e hija se despidieron de beso en la mejilla. Rosa miró su reloj y se percató de que llegaría tarde al puesto de dulces y minutos a celular que administraba en la carrera 3a. con calle 49, en el oriente de Bogotá.

A principios de año, Rosa había ingresado al Colegio Técnico Manuela Beltrán, en la avenida Caracas con 57, para cursar décimo grado. Allí, conoció a Giovanny Serrano, de 18 años y uno de sus mejores amigos. "Yo le conseguí el trabajo en el carro de dulces. Es que el dueño es conocido mío", explica Serrano, para referirse a Guillermo Aguilar, quien en marzo pasado contrató a Rosa para que le administrara el negocio por 25.000 pesos diarios. (Siga este enlace para leer: Así era Rosa Elvira Cely, víctima de brutal violación en Bogotá).
Ese mismo miércoles, Guillermo notó que a Rosa le pasaba algo. Al interrogarla, le contó que tenía un fuerte espasmo en el estómago "y que lo más posible era que fuera algo del colon".

El joven relata que sobre las 5 de la tarde, Rosa se dirigió a una droguería cercana para comprar una pastilla. "Luego, llamó a la hija para decirle que ya iba a recogerla", agrega Guillermo. Lo único que guarda el muchacho como recuerdo de su empleada es una galleta Cocosette que le regaló días antes.

El hombre del arete
El miércoles no terminaba. Rosa llegó al plantel sobre las 6:30 de la tarde. Desconocía que sería la última vez que pisaría ese lugar, su segunda casa, donde era una de las alumnas más queridas. "Una vez, evitó que me agarrara a puños con una vieja que me la tenía montada", relata Yurany, otra estudiante.
La joven aseguró que hacía dos meses había ido con Rosa y con otros estudiantes a rumbear a un karaoke de la calle 64 con 16. "Estaba acompañada por un señor que estudia aquí, que tiene moto y arete. Cuando le decíamos que si era el novio, simplemente contestaba que era un amigo", asevera Yurany, quien confirma la versión de la Policía según la cual uno de los asesinos de la vendedora ambulante estudiaba con ella, tenía una moto y usaba un vistoso arete.

A las 10 de la noche, según las autoridades, Rosa salió del centro educativo con dos hombres, que se movilizaban en motocicleta. Su destino: un bar en Chapinero. De acuerdo con información entregada por la Policía, los individuos conducen a Rosa, sobre las 2 o 3 de la mañana, a un paraje cercano al río Arzobispo, en el parque Nacional.
Allí, los motociclistas la violan y le propinan varias puñaladas. Incluso, uno de los sujetos usa su casco para pegarle en la cabeza. Según versiones entregadas por el Hospital Santa Clara, fue sometida a una tortura llamada empalamiento, que consiste en atravesar a la víctima con un palo. Después de cometer el acto, el hombre del arete y su compañero prenden las motos y dejan a Rosa semidesnuda y herida de gravedad.

Comunicación angustiosa
Consciente de lo que le habían hecho, Rosa tomó su celular y llamó a la línea de emergencias 123. Eran las 4:20 de la mañana del jueves 24 de mayo. El operador de turno, al enterarse de que se trataba de una violación, le traslada el asunto a la Policía. Un teniente se pone en contacto con la víctima. "Escucho el ruido de un río", afirmó la señora. Esa fue la pista que inició su búsqueda.
Sobre las 6 de la mañana, un grupo de bomberos y policías la halló en la ronda del canal Arzobispo. De inmediato, fue transportada en la ambulancia 5038 de la Secretaría de Salud al Hospital Santa Clara, donde ingresó a las 7:52 de esa mañana. El lunes pasado, a la 1 de la tarde, la vida de Rosa se apagó debido a una peritonitis.
Rosa estuvo marcada por tragedias familiares. Sara, una de sus más cercanas amigas, dice que nunca se pudo reponer a la muerte de su hermano Diego, asesinado en el 2005. "Algunas veces, su propia madre la maltrató", asegura Sara, quien cuenta que Rosa afrontaba una difícil situación económica y el dolor de vivir separada de su hija. El viernes, sus compañeros de colegio organizaron un acto simbólico para que la muerte de esta colombiana no quede en la impunidad.

Las llamadas
'Auxilio, me estoy muriendo'
Tras el contacto que hizo Rosa con la línea 123, un teniente de la Policía de Chapinero llamó a la víctima al celular. Esta es la reconstrucción del diálogo, según el relato del oficial:
5:10 a.m.: Rosa contesta: "Auxilio, auxilio... me estoy muriendo". El policía le dice que la están buscando. Rosa afirma que no se puede mover y cuelga.
5:15 a.m.: El teniente vuelve a marcarle y le pide que lo deje oír el ambiente, para tratar de identificar el lugar. La mujer cuelga.
5:25 a.m.: El policía llama de nuevo. Rosa le dice: "Hay un barranco, veo muchos árboles". El teniente le pregunta si hay agua cerca. "Sí, sí, veo agua", responde ella. Con base en lo que ella le ha contado sobre los últimos sitios conocidos que vio, el hombre deduce que es el río Arzobispo.
5:45 a.m.: El teniente intenta que la víctima siga hablando. "No, yo me estoy muriendo", dice Rosa. Cinco minutos después, es hallada por un patrullero.

Críticas a los servicios de urgencia
La actuación de los servicios de emergencia ha suscitado polémica ya que, según la Policía, la ambulancia llegó a recoger a la víctima 35 minutos después de la llamada al 123, y además la llevó al hospital Santa Clara, a 15 minutos del Parque, cuando hay otros tres centros asistenciales más cerca. El director del Centro Regulador de Urgencias (Crue), Alexánder Paz, indicó que el primer llamado fue cancelado por la misma Policía, porque las autoridades no habían hallado a la víctima, y explicó que Rosa fue llevada al Santa Clara porque no tenía seguridad social y ese centro asistencial es de tercer nivel.

Capturado por muerte de Rosa Elvira ya había pagado una condena por homicidio.
A la cárcel La Modelo de Bogotá fue enviado ayer Javier Velasco Valenzuela, el hombre capturado por la Policía como el presunto autor de la violación y el asesinato de Rosa Elvira Cely. Velasco ya había sido condenado a tres años de cárcel por un homicidio y tiene otras dos denuncias por abuso sexual, una de ellas contra su propia hija de 11 años.

Así lo confirmó ayer el general Roberto León Riaño, director designado de la Policía, quien también reveló detalles de la operación que permitió su detención la noche del viernes, en el sector de Galerías, en el noroccidente de Bogotá. La captura de este hombre, dijo el oficial, "fue una respuesta al clamor de las mujeres para que el crimen no quede en la impunidad".

A Velasco, de 44 años, se llegó por la información que suministró la víctima antes de morir. Rosa Elvira dio pistas sobre la identidad de su agresor a los paramédicos que la atendieron mientras la conducían al hospital de Santa Clara.
Este testimonio y el de compañeros de estudio de la víctima fueron claves para ubicar a Velasco. Al momento de la captura, éste no mostró ninguna señal de sorpresa, lo cual, según Riaño, evidencia "su sangre fría".
El detenido fue presentado en la mañana de ayer ante un juez de control de garantías para legalizar su captura. La Fiscalía le imputó cargos por tortura, homicidio agravado y acceso carnal violento -los cuales no fueron aceptados por el presunto agresor- y le dictó medida de aseguramiento.

Las autoridades también allanaron la vivienda de Velasco, donde hallaron varios elementos, entre ellos un reloj, que sería de la víctima.
En la audiencia, celebrada en los juzgados de Paloquemao, el fiscal leyó también una carta encontrada en el allanamiento, que al parecer tenía como destinataria a Rosa Elvira, y en la que Velasco pide perdón, pide la ayuda de Dios y le dice a la víctima que es "su amor eterno".

Según la Fiscalía, en la zona donde ocurrió la violación se hallaron evidencias biológicas que demostrarían que Velasco estuvo en ese lugar. Las autoridades trabajan en la expedición de una orden de captura contra Esmer Mauricio Ariza Rojas, el otro hombre vinculado a la investigación. (Vea acá los más recientes videos sobre este caso)
De este último se sabe que departió con la víctima y con Velasco, pero que se fue del establecimiento donde se encontraban, en Chapinero, antes de que Rosa abandonara el lugar en compañía de Velasco.

Insólita defensa
El abogado de Javier Velasco dijo en la audiencia que los actos cometidos por su defendido no fueron premeditados, que no hubo intención de cometer homicidio y que la muerte de Rosa Elvira se produjo por la demora en encontrarla.

Fuente: ELTIEMPO.COM

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