Viniendo de quien viene no es de extrañar. Gustavo Petro, alcalde del Distrito Capital de Bogotá, es el heredero de un imperio creado por los «tres tenores»: Mockus, Peñalosa y Lucho Garzón, tres ex alcaldes progres, conocidos por sus tendencias bohemias como combatir las imprudencias de tráfico y la delincuencia con payasos en las calles. Petro llegó al poder gracias a la alianza con ellos y finalmente parece decidido a cumplir un viejo sueño de la izquierda colombiana: prohibir las corridas de toros.
Ayer la alcaldía de Bogotá daba la puntilla al anunciar que con la resolución 280 del Instituto Distrital de Recreación y Deporte es un hecho que «a partir de esta fecha en la plaza de toros La Santamaría no se desarrollarán más corridas de toros». El contrato ha sido revocado. En realidad, el plan macabro del alcalde «ilustrado» es convertir la plaza donde se realiza la actividad taurina en «un escenario de cultura y educación». Petro, del movimiento izquierdista Progresistas que asumió en enero pasado, dijo que la Corporación Taurina, responsable de las corridas, «no cumplió con el contrato firmado con el Distrito donde se comprometía a descartar actos de crueldad, incluída la muerte del toro». Petro señaló que la plaza puede dejar de ser escenario de corridas de toros, como ocurre desde 1931, para dar paso a recitales de poesía o actividades culturales de las escuelas públicas de la ciudad.
Según aclaró el gerente de la Corporación Taurina de Bogotá, Felipe Negret, a LA RAZÓN «un espectáculo sin la muerte del animal va contra la tradición». Negret calificó la actitud de Petro «como una amenaza contra las libertades individuales», debido a la afición de un sector del país a las corridas de toros. También aseguró que si las temporadas taurinas de comienzos de año se llegasen a suspender, «Petro tendría que responder ante la ciudad por un detrimento patrimonial, debido a las ganancias que el espectáculo le genera a la capital».
En idéntica sintonía, se mostró El Juli, diestro español, siempre presente en las ferias taurinas bogotanas, que pidió a través de su cuenta de Twitter (@JLelJuli): «Que el toreo no caiga otra vez en manos de un capricho político!!». «Bogotá es una de las plazas con más afición al toreo... ¡apasionada y sensible, exigente y entregada! ¡Una plaza especial y mágica!!», añadió.
La Corte Constitucional colombiana consideró, en un fallo emitido en agosto de 2010, que las corridas de toros, las peleas de gallos y las corralejas -fiesta popular donde se torean novillos- se pueden realizar en Colombia porque representan «una tradición cultural». El alto tribunal se pronunció sobre ese tema a raíz de una demanda que interpusieron organizaciones defensoras de los animales, que argumentaban que esos espectáculos son una expresión de crueldad.
Sin embargo, el alcalde de Bogotá anticipó que la plaza «formará parte del sistema de educación distrital, en el que los mejores poetas y escritores se reunirán con los estudiantes de nuestros colegios públicos para dictar clases de literatura y letras, haciendo parte de la cadena de establecimientos culturales y educativos». Quizás a Petro, le convendría leer más a Lorca y a Hemingway para comprender que la sangre y la arena forman parte de este arte.
ABC.ES
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Muy bien alcalde eso es una gran noticia acabar con esa salvajada de ignorantes e incultos,que se escudan diciendo es parte de la tradición.
ResponderEliminarConvierta la plaza de toros en un escenario de cultura,que es lo que necesitamos.
cero violencia animal y cero violencia contra las personas.