Alrededor de las 4:00 de la mañana, una onda explosiva despertó a los habitantes del barrio Villa Carola, en Dosquebradas, Risaralda. La quebrada Aguazul se convirtió en un río de fuego cuya onda explosiva afectó las viviendas asentadas a lo largo de la ribera en una distancia de más de 5 kilómetros.
La razón: fuga de combustible por la ruptura del poliducto Medellín-Cartago. Aunque las autoridades locales sospechaban de personas que presuntamente intentaban robar combustible, el gobierno dijo que un derrumbre provocó el desastre. Otras versiones indicaban que podría tratarse de un atentado por parte de grupos ilegales. El presidente Juan Manuel Santos prefirió no señalar culpables y durante su visita a la zona, a la cual llegó a las once de la mañana, sólo atinó a decir que, sea cual sea la razón, este tipo de tragedias no se deben presentar.
Más de 80 heridos, 17 personas en cuidados intensivos, 40 casas destruidas y un saldo de 13 muertos eran el balance. Antes del mediodía fallecieron dos mujeres en el Hospital San Jorge: Elizabeth Agudelo, de 30 años, y Flor de María Guerrero, de 57 años. Las demás víctimas estaban por identificar, así como los desaparecidos. Este viernes en la noche, la Policía confirmó el hallazgo de un menor de 6 años sin vida, siendo el deceso 13 por esta tragedia.
Paradójicamente, la falta de gas domiciliario por culpa del invierno evitó que el desastre fuera mayor. ¡Es que no podía ser peor! Los organismos de socorro saturaron el lugar, con la ayuda de caninos se inició la búsqueda de sobrevivientes entre los escombros. Hubo evacuaciones de emergencia y funcionarios nacionales y locales ofrecían ayuda por doquier. El presidente encargado de Ecopetrol, Pedro Rosales, aseguró que la compañía se compromete a pagar los gastos médicos y las pérdidas económicas.
Todos los centros asistenciales de Pereira y Dosquebradas atienden a los afectados. El hospital San Jorge de Pereira, a donde llegaron la mayoría de heridos, agotó los sustitutos sanguíneos, pues las 100 unidades de que disponía se fueron en las primeras horas de atención a los quemados por la pólvora del mes de diciembre.
Los vecinos del lugar aseguran que hace ocho años ocurrió un incidente de menor magnitud en el mismo punto del poliducto, esa vez a las 10 de la mañana, una explosión que estremeció el barrio y una persona resultó muerta. Un balance triste, aunque menos doloroso que el de ahora, cuando hay más de 40 casas seriamente afectadas y otras completamente destruidas. Los electrodomésticos y los vehículos se calcinaron totalmente. Inexplicablemente una vivienda de tres pisos quedó sin fachada y las pertenencias salieron literalmente volando, mientras que la casa contigua, de estructura en esterilla, no resultó afectada, pero sus habitantes sí sufrieron quemaduras.
ELESPECTADOR.COM
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