Gregorio Bonilla, el hombre de 36 años que entró en coma en la madrugada del pasado domingo 3 de Abril después de sufrir una brutal agresión en un local de copas de Barakaldo, falleció este sábado en la habitación 6311 del hospital de Cruces sin haber recuperado la consciencia en ningún momento.
Goretti M. Charney, su pareja sentimental, recibió la dramática noticia momentos después de la una de la tarde, cuando acudía al centro sanitario para acompañar al enfermo junto al bebé que habían tenido juntos hace cuatro meses. El fatal desenlace cogió por sorpresa a la madre de Gregorio, que ayer llegaba a Bilbao vía Barajas procedente de Colombia. Cuando fue informada de lo ocurrido, sufrió una crisis nerviosa y tuvo que ser atendida por los médicos, señalaron fuentes de la familia, que ha decidido donar los órganos del fallecido.
Gregorio había llegado a España hace once años y se ganaba la vida como jefe de obra con equipos de instalación eléctrica, «un tipo trabajador, responsable y honesto», le describía ayer un amigo desde el hospital. La tragedia se desencadenó el pasado domingo en el pub Sherpa de la calle Juan de Garay a las cuatro de la madrugada cuando, según las investigadas realizadas por la Ertzaintza, Gregorio, que estaba tomando unas copas en el establecimiento, recibió un fuerte golpe en la base del cráneo, al parecer propinado con el puño. La víctima se desplomó al suelo, pero pasó un tiempo hasta que las asistencias le trasladaran primero al hospital de San Eloy y luego, debido a la gravedad de las heridas, al de Cruces. La familia sospecha que la ambulancia que acudió en primera instancia incurrió en omisión de socorro, al confundir con una borrachera lo que en realidad era una lesión cerebral de gravedad. Portavoces de la familia señalaban ayer que estudian interponer una denuncia y exigir responsabilidades.
La investigación abierta por la Ertzaintza desembocó el jueves en la detención de un joven de 23 años con antecedentes policiales en la puerta de su casa en Bilbao, un día antes de que el Ayuntamiento de Barakaldo decidiera precintar el pub donde al parecer se había perpetrado la agresión, por considerar que «los propietarios deben velar por la seguridad de sus clientes». La calle Juan de Garay ha sido en numerosas ocasiones escenario de violencia callejera, lo que ha forzado al gobierno local a extremar la seguridad desplegando cámaras de vigilancia y reforzando la presencia policial incluso con perros.
La responsable municipal de Seguridad Ciudadana, Olga Santamaría, transmitía ayer sus «condolencias a la familia de la víctima por este hecho dramático», al tiempo que recordaba que el Consistorio había respondido con firmeza decretando el cierre cautelar del local. «Garantizar que la calle es de todos es nuestra obligación y no vamos a bajar la guardia, aunque no se nos puede culpar de lo que haya ocurrido dentro del establecimiento», recalcó.
Fuente: Elcorreo.com de Alava
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