A continuación reproducimos el comentario del periodista Alvaro Hernández del programa TODO NOTICIAS de Latina Estereo de Madrid 90.1 con relación a las redadas indiscriminadas que hace la policía a la población inmigrante:
"El ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba insiste: “No existen redadas”. Y no solo eso, el también Vicepresidente Primero va más allá al decir que las redadas no existen, “porque no son constitucionales”. Yo no voy a entrar a cuestionar al Ministro. Es más, juro que estoy haciendo un sacrificio enorme por creerle. Sin embargo, el hecho de no cuestionar o de extender al máximo mi capacidad para creer, no me impide que le cuente al Ministro y de paso a todos los interesados, varios casos de personas de carne y hueso que han tenido que vivir el calvario de las detenciones, las paradas constantes hasta donde menos te lo imaginas, y la humillación que significa tropezarse con un policía, recibir la señal despectiva de alto, ser blanco de todas las miradas y empieza la función.
“Estaba cenando en un restaurante cuando vi pasar a la Policía. Pensé: van a entrar. Y acerté. Me indigné porque sólo se acercaron a las mesas en las que había personas con facciones latinas. Me dio mucha vergüenza y a mi novia española que estaba sentada conmigo, también”. El testimonio es de Washington, un ecuatoriano que lleva once años en España, tiene tarjeta de larga duración, ha trabajado desde que se bajo del avión, colaboró en el rescate de personas mayores en el incendio de una residencia, sigue fascinado con Madrid, ama a Ana, su pareja española, pero tiene todos los rasgos característicos de su natal Guayaquil.
Y quizá esos mismos rasgos le valieron para que la Policía lo hiciera levantar de la mesa señor Rubalcaba; lo pusieron contra la pared, le dijeron en un tono poco amable que abriera las piernas y que levantara sus manos, lo obligaron a sacar todas sus pertenecías de los bolsillos, una a una. El tabaco, porque le dio por empezar a fumar en España, un ticket de metro de esos de diez viajes, una tarjeta de llamadas, las llaves del piso, y una cajita cuidadosamente decorada en la que había puesto el pintalabios más costoso que encontró en una tienda para ver si animaba a Ana a ponerle color a sus besos. Ese día cumplían tres años de estar juntos.
Todo esto pasaba en el restaurante ante la mirada atónita del resto de comensales, mientras las luces azules de los coche-patrullas se colaban por el ventanal iluminando de manera intermitente la cara avergonzada de un inmigrante asustado.
Para ellos, los policías, no valieron los reclamos de Ana. Poco les importó que el dueño del restaurante les hiciera ver que estaban fastidiando a la clientela y menos aun, que la tarjeta de Washington dijera al respaldo “Residencia de Larga Duración, autoriza a trabajar” con una fecha de vencimiento por allá en abril de 2014.
Señor Rubalcaba, nadie está a salvo de estos “controles de identidad contra el terrorismo” como usted argumento hace un par de días, justo cuando presentó orgulloso la cifra de expulsiones de esos desgraciados sin papeles que se han convertido en el mejor entretenimiento de su Policía para optar a permisos o ganarse alguna bonificación, siempre y cuando cumplan la cuota.
Qué cuál cuota Señor Ministro?. Esa que en su momento denuncio el Sindicato Unificado de Policía, que sigue quejándose por las ordenes que reciben de cargar contra los “sospechosos” de rasgos latinos o negros, sin que queden por escrito como si alguien estuviera interesado en borrar cualquier tipo de rastro de tan impresentable e inconstitucional procedimiento, como usted mismo Señor Rubalcaba reconoció.
Un día, hace no mucho Señor Ministro, estaba en pleno programa; El Despertador, se llamaba por aquella época. De un momento a otro mis compañeros de mesa y yo nos quedamos enmudecidos. Acababa de entrar por la puerta del estudio un hombre con la cara ensangrentada que pedía que por favor lo escucháramos. Y no solo nosotros los del programa lo escuchamos. Lo escucharon también los oyentes. Contaba este muchacho colombiano que había sido sorprendido en uno de esos controles Señor Rubalcaba, y que tras quejarse por la forma y el tono de la detención, la emprendieron a golpes hasta mandarlo con la cara prácticamente desfigurada hasta una radio como la nuestra para que entre todos, le sirviéramos de paño de lagrimas por la impotencia que sentía. Luego supe, Señor Rubalcaba, que este chico denunció y fue tanta la presión de no se sabe bien quién, que decidió regresar a Colombia llevándose en su cabeza un recuerdo feo de esa España.
Tengo otras muchas historias para contarle Señor Rubalcaba. Tengo decenas de testimonios que hasta grabados están después de varios años de estar tomándole el pulso a sus controles de identidad señor Ministro. Sin embargo no quiero abusar del tiempo del programa y de los oyentes para hacerle entender, con el mayor afecto del mundo pero también con la mayor firmeza, que sus controles de identidad tienen toda la pinta de “redadas”, esa palabra que la real academia define como “operación policial consistente en apresar de una vez a un conjunto de personas”.
Pero claro Ministro que esta lengua que compartimos produce muchas palabras que definen cosas y que dan para todo. Quizá tiene usted razón al decir que las redadas “no existen”. Seguramente tengo razón yo al afirmar que las redadas han mutado. Del espectáculo de cierre de calles con despliegue digno de serie de televisión, hemos pasado a los policías de paisano que no se por qué, pero justo detienen a los que parecemos venidos de allá. Sin embargo Señor Vicepresidente Primero me parece que este debate no se debe quedar en la forma sino en el fondo.
Qué más da si son dos carros patrulla, cuatro furgones o veinte agentes si de lo que se trata es de establecer por qué caemos en esos controles solo personas que tenemos rasgos en común?. Esa es la parte que aun no entiendo. Mi madre, Ministro, tiene un refrán para definir por la vía del humor lo que nos acobardamos en reconocer por la vía de la vergüenza. Dice ella que si tiene orejas de tigre, piel de tigre, uñas de tigre y ruge como un tigre, es porque es un tigre.
De todas formas, y como dije que haría el esfuerzo por creer su versión de que no hay redadas, le voy a proponer un trato. Pasemos de incógnito un día de estos por un boca de metro, cualquiera, la que usted escoja; démonos un paseo por algún barrio como Aluche, Usera o Villaverde; sentémonos un ratito en una de las butacas de la placita de Lava Pies, que a propósito es mi barrio; vayamos a comer a un restaurante latino o mejor aún, acompáñeme a una noche de fiesta a una discoteca latina. Quien sabe; quizá tendríamos la suerte de poder demostrarle Señor Ministro en que han parado sus “controles de identidad”. En qué han mutado estos operativos oprobiosos, anticonstitucionales y condenados por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas y hasta por los propios sindicatos de policía.
Si usted me acepta la invitación Ministro, yo me comprometo a explicarle a los oyentes que todo se debió a un mal entendido y que así como su jefe, el presidente de Gobierno Zapatero, tuvo el coraje de abrir un proceso de regularización nada más arribar a la Moncloa, usted esta dispuesto a terminar con esas “redadas”, perdón, con esos controles de identidad, porque después de haber visto lo que ha visto, ha llegado a la conclusión que efectivamente es un tigre."
TODO NOTICIAS es un programa que dirige y presenta el periodista Alvaro Hernández en la emisora de radio Latina Estereo de Lunes a Viernes de 8 a 11 de la mañana.
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Hola, la verdad estoy totalmente de acuerdo con la redacción hecha por el periodista, esto no solo son redadas, son cacerías, no solamente pasa cuando vas caminando por la calle, también cuando hay un control de coches por la policía, ya si ven un suramericano al volante inmediatamente es al primero que le dan el alto.( Haciendo un pequeño paréntesis y a esto si le sumas el trato poco amable de los guardias de seguridad de algunos centros comerciales que al verte los rasgos que tenemos, no te quitan el ojo a ver que es lo que te vas a robar). Todo esto yo también lo he vivido en carne propia. Soy Colombiano, llevo 16 años en España,actualmente vivo en Málaga, mi mujer es Española y si la ven conmigo el trato para ella es el mismo al que nos dan a todos los de sur américa. En definitiva si no fuera por los premios ofrecidos por el señor Rubalcaba para la policía esto no estaría tan mal aquí en España para los suramericanos, y pensar que en nuestro país abrimos nuestras puertas y corazones a todos y así nos llaman indios tercermundistas. Espero que esto cambie para bien.
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