Colombia está entrando en una nueva etapa política tras la prohibición a Álvaro Uribe de optar a un tercer mandato. Pero resulta evidente, a la luz de las elecciones legislativas del domingo, que el presidente va a seguir proyectando una larga sombra sobre la suerte del país andino. El triunfo en el Senado del Partido de la U -principal formación de la coalición uribista nacida hace cuatro años para apoyar su reelección- ha confirmado la posición del ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos como heredero del capital político de Uribe y aventajado para triunfar en las elecciones presidenciales de mayo. La U avanza notablemente con respecto a comicios anteriores y, junto con sus aliados del Partido Conservador, dominará sin problemas el nuevo Parlamento. El opositor Partido Liberal se consolida como tercera fuerza.
Las elecciones colombianas han vuelto a poner de relieve algunas de sus características crónicas. Una es la escasa participación. Otra, la lentitud del recuento y sus incidencias técnicas, que han forzado al Gobierno a hacer una seria advertencia sobre el daño que se hace a la legitimidad del proceso. Se desconoce todavía la composición de la Cámara de Diputados. Y no hay datos definitivos sobre otra consulta paralela, la del Partido Conservador, para designar su candidato a la presidencia. Apoyarán o no en mayo a Santos dependiendo del resultado de sus primarias, que disputan la ex embajadora en España Noemí Sanín y el ex ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias.
Como barómetro de las presidenciales, el veredicto de los votantes es contundente sobre la fortaleza de la coalición gubernamental. Uribe, con una popularidad del 70%, no estará en esos comicios, pero sí su política de "seguridad democrática", que ha hecho retroceder al narcotráfico y a la guerrilla de las FARC hasta extremos impensables hace pocos años y contribuido a desactivar a los paramilitares. En este punto, sin embargo, el de la deslegitimación de la extrema derecha, el próximo presidente de Colombia tendrá que emplearse a fondo.
Una de las sorpresas desagradables del domingo es el resultado relativamente alto, nueve senadores, del Partido de Integración Nacional, el de los herederos de la parapolítica, como se denomina allí a la colusión entre parlamentarios y militares de ultraderecha. Las urnas han defraudado la esperanza de que el nuevo Legislativo se viera libre de ese baldón.
EL PAIS ESPAÑA
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