Diario EL TIEMPOLa primera vez que Misury Zommer Caicedo vio un muerto fue hace tres años. Un estallido ensordecedor la sacudió a miles de kilómetros de su natal Cali, en una calle del Líbano, en Oriente Próximo. Después de meses de calma, un carro bomba explotó a pocos metros de donde estaba patrullando. En ese momento montó su fusil y se puso en guardia. "Estaba preparada para lo que fuera. Si me tocaba disparar, disparaba. Mi vida lo primero".
Ella y sus compañeros fueron quienes más rápido llegaron al lugar del atentado. Allí encontró seis cuerpos, entre ellos los de tres militares colombianos. "Eso fue lo más difícil de asimilar: estar allí y ver que no puedes hacer nada".
Misury Zommer, una morena de 27 años, pasó de ser una estudiante de segundo semestre de Lenguas Modernas de la Universidad del Valle, a paracaidista en las Fuerzas Armadas de España. Vive en una base cerca de Madrid y en su historial ya puede decir que ha hecho parte de una de las llamadas operaciones de paz de las Naciones Unidas que ha enviado esa nación europea al 'país de los cedros'.
En España hay un 'batallón' de 2.633 colombianos, según el Ministerio de Defensa de ese país. Una buena parte no sólo han estado vistiendo el uniforme español en el Líbano, sino en operaciones en Afganistán, que no duran más de cuatro meses. Colombia encabeza la lista de 19 países (18 de Latinoamérica y Guinea Ecuatorial) con el mayor número de nacionales en los ejércitos españoles.
Le sigue Ecuador, con 2.134, y en tercer lugar, muy lejos, está Bolivia, con 270 (ver gráfico). Desde el 2002, la legislación establece que ciudadanos de estos países son los únicos extranjeros que pueden ocupar una plaza en las Fuerzas Armadas. ¿La razón? Estos países mantienen "especiales y tradicionales vínculos históricos, culturales y lingüísticos".
El crecimiento ha sido exponencial: en el 2007 había 1.872 colombianos, por debajo de los ecuatorianos que estaban en el primer lugar con 1.919 soldados. Actualmente, la mayoría de los militares colombianos es hombre (sólo hay 479 mujeres) y es soldado de tierra (hay 1.903).
En total, los 5.759 extranjeros en las filas españolas representan el 7 por ciento del total de militares que componen estas fuerzas (tierra, armada y aire). La máxima cuota permitida por la ley es del 9 por ciento.
En el último lustro han muerto por lo menos tres colombianos, los que vio Misury Zommer en Líbano, cuyos nombres (Jefferson Vargas, de 21 años; Jeyson Castaño, de 20; Yhon Posada, de 20) se suman a los 124 militares del ejército español que han muerto desde que comenzaron estas misiones en 1989. En esa época trascendió que el Gobierno español entregó la nacionalidad a las familias de los fallecidos.
El último caso que se ha conocido ocurrió en octubre pasado en Afganistán, cuando en un ataque contra una patrulla murió un militar español. En este hecho resultó herido Juver Steven Muñoz, de 21 años y nacido en Santa Rosa de Cabal (Risaralda).
Historias en la milicia
Misury llegó a este país hace siete años no sólo para estar con su madre, que lleva más de una década cuidando ancianos, sino con la idea de "cambiar de ambiente y aventurar". Después de dos años de no encontrar un trabajo estable y un proyecto en España, un amigo la entusiasmó para que se enlistara. Después de pasar las pruebas físicas y psicológicas, le dijeron que en ese momento había plazas para paracaidistas.
"A mí nunca me había sonado el Ejército, pero me pareció que podía ser una buena salida. Lo único era que en la unidad no estaba muy segura de cómo iba -cuenta-. Me tocaba Infantería Ligera y pensé que íbamos ligeritos de cosas, pero no fue así. Después del tiempo te da ilusión pegarse el saltico".
Otra de las historias que se encuentran es la de Óscar Herrera, de 23 años y oriundo de Palmira, quien siempre soñó llegar a la Fuerza Aérea colombiana, pero no lo logró por ser menor de edad. Después, las necesidades económicas lo llevaron a trabajar en lo que pudiera.
El destino lo trajo hace poco más de un año a España, 20 días antes de que su hijo naciera en Colombia. En febrero del 2008, lo recibió su madre, quien se ha dedicado los últimos nueve años a cuidar ancianos y a ser empleada de hogar. En tierras españolas empezó trabajando en mudanzas, luego en jardinería y en una empresa de limpieza, y por último fue conserje.
Pero su sueño ha sido siempre ser militar. Por eso se presentó a la Fuerza Aérea y fue admitido. En este momento está en el área de hostelería de esa unidad. Vive en una habitación compartida en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, donde tiene colgada una bandera de Colombia en la pared.
Su trabajo es atender a las personalidades que no llegan al aeropuerto de Barajas, entre los que se cuentan presidentes latinoamericanos, príncipes y jeques. Dice que no ha coincidido durante las visitas del presidente Álvaro Uribe a España.
Óscar quiere llegar a ser en seis años suboficial. "Me siento orgulloso de ser colombiano. Lo más difícil es la ausencia de mi esposa y mi hijo, y por eso estoy trabajando para poderlos traer. Las lágrimas han sido muchas. Todos los días lloro por la ausencia de mi familia... Es lo que me motiva para salir adelante", dice.
Otro de los casos es el de Lliner Beltrán, un bogotano de 25 años y que llegó a España con su madre hace 10. Cuenta que en el colegio no le estaba yendo bien, por lo que barajó el proyecto de ser militar. Lo convenció un amigo y se presentó.
Hace seis años pasó las pruebas físicas y de conocimientos y fue admitido en el ejército de tierra. Las primeras veces que salió de España al exterior fueron al Líbano y a Afganistán. Dice que nunca ha estado en un combate.
"Lo que hacemos es patrullar. En Afganistán fue muy tenso. Yo creo que uno va allí a ayudar a la gente y a cambiar las cosas. Pero no lo veo en plan de ir a combatir, sino de ayudar", explica el cabo Lliner, que está terminando el bachillerato por las tardes, después del trabajo: "Me gustaría terminarlo y seguir la carrera militar".
Cristian Herrera, de 26 años, otra vida colombiana en el ejército español, dice que en España hizo su sueño realidad de ser militar que no pudo hacer realidad en Colombia porque aún era menor de edad.
Llegó a este país hace una década con su familia a buscar nuevos horizontes y hace seis años está en la brigada de paracaidista. Ya ha estado en Líbano y en Pakistán, en este último estuvo en el grupo de militares que envió España para ayudar durante el terremoto del 2005. Tiene un hijo, que está en España. Dice que lo más duro son las misiones es estar fuera de casa. "Quiero poder estudiar y ascender, para mí y para mi hijo", cuenta.
Escrito por ANDRÉS GARIBELLO PARA EL TIEMPO
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