UNA COLOMBIANA EN ESPAÑA: MIJA NO TE JUNTES CON COLOMBIANOS

Este es un interesante relato de una colombiana que vino a España y que tuvo una mala experiencia con compatriotas. Esperamos que sea la última:

Cuando me vine a España, uno de los consejos que me dió mi padre y que después comprendí, fué : "Mija, no te juntes con colombianos". Al principio un poco desconcertada no le presté atención aunque como tampoco tuve oportunidad de juntarme con gente del país, no me hizo falta ponerlo en práctica....hasta que empecé a trabajar en un restaurante en Valencia de limpiaplatos.
Mi padre sabía mucho del tema, ya que durante varios años vivió en Nueva York y trató bastante con compatriotas, y según nos contaba, su experiencia había sido nefasta. El nos decia que una vez estabas en el extranjero, los de tu propio país eran los que menos te echaban una mano, y que siempre les dominaba la envidia o el miedo de que los superaras. Pero claro, también decía que todo era cuestión de quien te tocaba...después de todo no había que ponerles a todos en el mismo saco, pero por si acaso, que me cuidara.
Siempre fuí un poco reacia a frecuentar sitios de latinos. Ya no sólo porque tenían fama de siempre estar metidos en jaleos (no todos, pero si algunos), sino porque siempre consideré que si te querías adaptar e integrar lo peor que puedes hacer es cerrarte al sitio que te acoge.
Cuando iba a los locutorios a llamar a casa, siempre veía lo mismo: un grupo reunido alrededor de una botella de aguardiente hablando pestes de los españoles, del trabajo, echando de menos a los suyos ( cosa pefectamente normal) , y reacios por completo a la integración. Salías de allí con el alma por el suelo, y con la certeza de saber que quien no se integra es secillamente porque no le da la gana.
Pero claro, también hay gente que se integra de inmediato y que aunque no olvida sus costumbres, si las aparca para poder ser más feliz. Como yo, y otros muchos.
El caso es que después de todo, terminé trabajando en un restaurante cuyo encargado era un colombiano. Su mujer era ayudante de cocina allí mismo, y el propietario estaba liado con una chica colombiana.
Todo fue bastante bien. Los camareros y el cocinero eran españoles y la verdad fue que hice bastantes migas con ellos. Cosa que no me perdonaron mis compatriotas.
En ese tiempo yo estaba haciendo las prácticas del master en Adecco, y estaba allí de 4 a 7 de la tarde, en el restaurante estaba desde las 11 de la mañana hasta las 3 y media, por lo que tenía que salir volando para llegar a tiempo a las prácticas. Yo hacía mi trabajo bien, ninguna ciencia tenía eso de meter los platos en el lavavajillas, pero lo que si les dije era que me tenía que ir puntual. Ningún problema, dijo el encargado, y hasta el final no supe que le hacía rabiar.
Todo fue relativamente normal. El permiso de trabajo se me vencía en enero, pero tenía que presentar los papeles en noviembre y era en ese mismo mes que se me acababa el contrato en el restaurante, y como me habían asegurado que me renovarían si yo quería, me dormí en los laureles.
Crasso error señores.
El día antes de vencerse el contrato me llama el encargado, colombiano, compatriota e informado de mi situación y me dijo que lo sentía mucho pero que no me renovaban. ¿Porque?, pregunté, a punto de sufrir un síncope. "Verá, es que no le vemos interés. Usted tiene muchos estudios como para estar en la cocina". Me quedé de piedra......¿y a él que rayos le importaba? Yo tenía que comer, así que me daba lo mismo. Además ¿porqué de repente esa preocupación? Yo ya llevaba 6 meses trabajando en esa cocina......¿ahora es que veía que tenía muchos estudios para estar allí?
Tenía tanta rabia que le dije tres cosas bien dichas y me fui de allí llorando a moco tendido.
Al día siguiente empecé a atar cabos. A comprender el sentido de las miradas y de los comentarios. Ni él ni su mujer tenían estudios de ninguna clase, y siempre me pareció que el tipo era un poco acomplejado. Estaba casado con una mujer 13 años mayor que él, que no le dejaba ni a sol ni a sombra.....y muchas veces que cuando yo salía con la gente del restaurante de marcha me daba la impresión de que no le sentaba muy bien.
Menciono lo del los estudios porque es un tema bastante peliagudo en Colombia. La gente que accede a estudios universitarios es porque tiene medios para hacerlos, y si ya te vienes a hacer un Master aquí, imaginénse lo que eso podía significar para mis compis de trabajo. Envidia. Teoría que confirmé después al hablar con mis amigos camareros. Ellos lo habían notado, pero no me dijeron nada para no aguarme la fiesta por decirlo de alguna manera.
Lo que me indignó de verdad fue el saber que ellos sabían de mi problema con los papeles, que tenía el tiempo justo para presentarlos y que a sabiendas de ello, me echaran a la calle. Ellos sabían cuanto cuesta tener el permiso, los requisitos para renovarlo y toda la parafernalia que rodea a los inmigrantes.
Y aún sabiéndolo, me echaron sin contemplaciones, y por motivos nada justos.
Esa fue mi experiencia con "mi gente". Desde ese entonces aprendí la lección y huyo de cualquier relación con gente de mi país.
Es triste, pero lo he vivido en carne propia.
Hay gente para todo. Y no meto a todos en el mismo saco. Por eso siempre recalco que en este blog vierto mis opiniones personales. Mis experiencias.
Relato tomado de su interesante blog: Pásate por ahí